jueves, 15 de septiembre de 2011

Pucela, visita relámpago

Eran las seis de la tarde del 10 de septiembre, cogí el coche, y después de un peaje abusivo y casi dos horas de viaje, me planté en Valladolid donde me esperaban unos buenos amigos (M&G) para degustar un sabroso lechazo, no sin antes irnos a dar una vuelta por los puestos de la feria.

Degustamos un par de lorencitos con su correspondiente tapa (a 2,50€) antes de ir a cenar, a cual más rica si cabe... merece reseñar una carrillera que se deshacía en la boca, sin olvidarnos del secreto en el balcón de las médulas, crujiente y sabroso. 

Después de tapear un poco, dimos un paseo por el centro, disfrutando de las preciosas fachadas que nos ofrece Pucela, que se tornan mágicas iluminadas una vez que el sol desaparece por el horizonte.

Y por fin llegó la hora de ir al asador, La Solana, donde pudimos contemplar el horno de leña en todos su esplendor, y empezamos a salivar mientras esperábamos impacientes que llegase la comanda.

Acompañando el lechazo (1/4, 36€) pedimos una ensalada de lechuga, tomate y cebolla bien aliñada y un para beber un buen clarete (Mucientes, 8€). Acabamos mojando pan en la fuente sin poder parar, dando lustre al fondo de la misma.

Llegó la hora del postre, y cayó una porción de tarta de hojaldre (5,40€) que quita el sentido. Para rematar la faena nos trajeron un licor de naranja casero que hizo que la velada fuese plena.

Después nos fuimos a una terracita al lado del Pisuerga, donde reposamos la comida y entre unas cosas y otras ya se hizo la hora de volver a Madrid... para las 4.15h de la madrugada estaba soñando con la visita relámpago que había experimentado.

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